La Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico (ERGE) es el nombre científico de la condición conocida como “reflujo”, la cual consiste en el regreso del contenido gástrico hacia el esófago o hacia la boca del bebé de manera involuntaria y sin esfuerzo. Este fenómeno también es conocido como “regurgitaciones”.
Seguramente habrás notado que después de alimentar y hacer eructar a tu bebé, a veces le salen rastros de leche por la boca, fenómeno que es totalmente normal y con el tiempo desaparece. Sin embargo, si este evento es recurrente y notas que tú bebés está irritable o molesto, habrá que comunicárselo al pediatra.
Según estadísticas, esta condición se presenta en más del 75% de los lactantes menores de 1 año de edad, pero en su versión patológica, se manifiesta en 1 de cada 300.
El reflujo o regurgitacones es una condición que se auto limita, es decir, que desaparece de manera natural cerca de los 12 meses de edad, a veces antes o después.
La frecuencia en la que se presentan las regurgitaciones (no confundir con vómito) varían según la edad del bebé: en casi la mitad de los menores de 3 meses, se presentan una vez al día, pero conforme va creciendo, éstas se reducen a sólo el 5% de los bebés de entre 10 y 12 meses de edad hasta desaparecer por completo.
Se tiene registro de que el 1% de los bebés mayores de 1 año continúa con el problema, y es el grupo de niños que deben tener una atención más cercana por parte del especialista y recibir un tratamiento específico.
Manifestaciones
Para determinar si un bebé padece ERGE, debe presentar una variedad de signos y síntomas que pueden clasificarse en síntomas gástricos y síntomas extradigestivos.
Síntomas gástricos:
- Regurgitaciones constantes
- Vómito
- Dificultad para tragar
- Sensación de ardor en el esófago (esto no puede explicarlo el bebé, pero lo manifiesta con irritabilidad o llanto después de comer)
- Vómito con sangre
- Náuseas, dolor de estómago y flatulencias después de la alimentación.
Síntomas extradigestivos:
- Interrupción momentánea de la respiración
- Irritabilidad o llanto, sobre todo después de comer
- Leve coloración azul de la piel
- Tos crónica
- Falta de crecimiento y de ganancia de peso
- Ronquidos
- Sibilancias (sonidos al respirar)
- Se niega a comer
- Trastornos del sueño
Si estos síntomas se presentan en un bebé de manera persistente, le causan molestia, empeoran al acostarlo o es mayor de 1 año, debe ser revisado por el pediatra.
Complicaciones
Además de las molestias que las constantes regurgitaciones le ocasionan al bebé o niño pequeño, también puede desarrollar problemas respiratorios, irritación del esófago (que puede derivar en la erosión de sus paredes internas), sangrados, trastornos del crecimiento, problemas dentales y otros.
Hay casos severos en los que puede estar en riesgo la vida y seguridad del bebé, pues el líquido o alimento que se regresa puede provocarle un daño grave o comprometer su vida.
Causas
Una de las principales causas del reflujo es la alergia a la proteína de la leche. Otras incluyen: trastornos o inmadurez del esfínter esofágico interior, que es el músculo localizado en la parte baja del esófago y cuya función es abrirse para permitir el ingreso de los alimentos hacia el estómago, y cerrarse para mantenerlos dentro evitando que se regresen.
Diagnóstico
Si sospechas que tu bebé padece reflujo, es importante que su pediatra lo revise y decida si es necesario someterlo a alguna de las pruebas diagnósticas disponibles o si es una condición transitoria que se resolverá de forma natural cuando crezca.
Tratamiento
El tratamiento del reflujo en bebés y niños pequeños es multidisciplinario, es decir, que no solamente incluye algunos medicamentos que el pediatra podría o no prescribirle a tu bebé, sino que además deben observarse algunos cambios en el estilo de vida de tu bebé y tu familia para que la condición se resuelva más rápido y de manera favorable. Otros casos que no mejoran con tratamiento farmacológico se resuelven con cirugía.
Al margen de que tu bebé requiere tratamiento médico o cambio de alimentación, es importante que observes estas recomendaciones:
- Alimenta a tu bebé en una posición semi-sentado en la medida de lo posible. En bebés muy pequeños la posición debe ser recta pero con una inclinación que mantenga su cabeza elevada.
- Hazlo eructar el tiempo necesario hasta que consideres que ha sacado todos los gases.
- Evita acostarlo inmediatamente después de alimentarlo. Mantenlo en posición erguida durante 30 minutos después de comer.
- En conjunto con tu pediatra, ajusta el tamaño y frecuencia de las tomas de leche.
- Eleva la cabecera de la cuna o cama donde duerme tu bebé. En tiendas especializadas existen colchones que ayudan a mantener una inclinación cómoda y segura. También cerciórate de que mantenga esta posición durante la noche o mientras duerme.
- Evita colocarle ropa que le ajuste el área abdominal. Omite por completo el uso de cinturones y pantalones apretados. Tómalo en cuenta cuando le coloques el pañal.
- Cuando esté sentado en la silla del auto, evita que quede demasiado recto (para evitar una compresión del abdomen que facilite el reflujo) o demasiado acostado (para evitar el retorno de alimento y posible ahogamiento).
- Evita fumar o que otros lo hagan en presencia de tu bebé.
- En bebés más grandes y niños pequeños, evita los alimentos en cantidades excesivas, que sean irritantes y que generen una gran cantidad de aire en el estómago.
- Cuando lo arrulles o consueles, no lo agites o balancees.
En la mayoría de los casos, las situaciones de reflujo o regurgitaciones se resuelven cuando el bebé está próximo a cumplir los 12 meses. Sin embargo, te sugerimos que ante cualquier sospecha o manifestación, mantengas una estrecha comunicación y vigilancia siempre de la mano del pediatra.
Recuerda que con paciencia, dedicación y mucho amor, tú y tu bebé superarán esta etapa como muchas otras que enfrentarás en esta hermosa tarea de ser mamá.